En un concurrido bufete de abogados en Medellín, un caso complicado sobre matrimonio y divorcio llegó de parte de Laura, una exitosa empresaria que había construido su negocio desde cero. Laura buscaba asesoría legal sobre cómo manejar su difícil matrimonio con su esposo Daniel, un respetado arquitecto. La pareja había estado casada durante 12 años y tenían dos hijos pequeños, Andrés y Sofía.
Laura explicó que la relación había comenzado a deteriorarse debido a las demandas de sus carreras y desafíos personales. A pesar de los intentos de salvar el matrimonio, la situación había llegado a un punto sin retorno. Laura quería el divorcio, pero estaba preocupada por el impacto en sus hijos y en su negocio. Daniel no estaba dispuesto a aceptar una separación amistosa, lo que complicaba aún más el proceso.
El equipo legal sabía que el caso no sería sencillo. En Colombia, el divorcio puede solicitarse por consentimiento mutuo o mediante la prueba de causales como infidelidad o abandono. Sin embargo, en este caso, no había una falta evidente de ninguna de las partes, sino diferencias irreconciliables. Por lo tanto, el enfoque consistía en buscar una resolución que evitara un conflicto prolongado, protegiendo tanto a los hijos como los intereses comerciales de Laura.
El equipo comenzó revisando los activos de Laura, incluyendo su empresa, que había sido creada antes del matrimonio. En Colombia, los bienes adquiridos antes del matrimonio no se dividen, pero los bienes acumulados durante la unión sí lo son. El objetivo era asegurar que el negocio de Laura permaneciera intacto después del divorcio.
El bienestar de los hijos fue una prioridad desde el principio. Laura deseaba una custodia compartida, pero temía que Daniel pudiera luchar por la custodia exclusiva. Sin embargo, el equipo le aseguró que la ley colombiana favorece la custodia compartida siempre que sea lo mejor para los niños. También se sugirió que Laura documentara su participación activa en la vida de sus hijos, desde la escuela hasta el cuidado diario.
Tras varias semanas de preparación, se propuso una reunión con el abogado de Daniel para explorar un acuerdo. Sorprendentemente, Daniel aceptó reunirse. Al reflexionar, él también había llegado a la conclusión de que el matrimonio no funcionaba, y no deseaba una prolongada disputa legal por el bienestar de sus hijos.
Durante la negociación, se propuso un acuerdo basado en el bienestar de los niños y la protección financiera de ambas partes. Se acordó una custodia compartida de Andrés y Sofía, con visitas programadas y responsabilidades compartidas. Además, el negocio de Laura permaneció bajo su control, ya que había sido establecido antes del matrimonio, y se acordó una división justa de los bienes conyugales.
Con el acuerdo en lugar, el divorcio procedió por mutuo acuerdo, evitando un largo y doloroso litigio. El caso se resolvió exitosamente, no solo desde el aspecto legal, sino también emocional, permitiendo que Laura avanzara en su vida sin mayores complicaciones.
Al final, quedó claro que los casos de derecho familiar no solo tratan sobre repartir bienes o finalizar matrimonios, sino también de ayudar a las personas a transitar por momentos difíciles con el menor impacto posible, especialmente cuando hay niños de por medio.